Lic.
Julio Abanto Ll.
13 Enero.
2018
De forma muy sencilla, se puede decir que la memoria nos permite mantener en vida aspectos importantes de los que somos como pueblo, no se puede concebir la forma bruta que tenemos para desprendernos de lugares y espacios que forman parte de nuestra historia, ver la irremediable pérdida del paisaje urbano de nuestro evocado pueblito de Lurigancho es un ejemplo claro de cómo se deja pasar la responsabilidad de mantener intangible ese aspecto físico de nuestra herencia.
Perdemos la oportunidad de
lanzar nuestro centro histórico como punto turístico, como foco de la cultura
luriganchina y resistencia de nuestra identidad. Duele ver como el cemento y
obras modernas trastocan su esencia, acá sencillamente a ninguna de nuestras
brillantes autoridades se les ocurre asumir esa responsabilidad. El impacto que
bien para el lugar sin duda es fulminante, poco queda de los componentes que le
daban valor.
Haras Lurigancho, es uno de
los proyectos más alucinantes en los que me he involucrado, su concepción es
muy compleja y con muchos detalles como para contarlo de manera breve, pero en
resumen podría decir que surge por la necesidad colectiva de rescatar una historia
fascinante de un espacio, de referenciar logros y recuerdos personales de una
comunidad oriunda del distrito. Una historia que se perdería con la partida de
sus verdaderos protagonistas.
Réplica del viejo letrero del reconocido criadero de caballos pura sangre |
La primera referencia al
Haras se encuentran en el libro de Roberto Revoredo (2006): “El Pueblito, un
débil corazón que late en San Juan de Lurigancho” y como se sabe con ese nombre de denomina a
una empresa dedicada a la crianza y entrenamiento de caballo de carrera. Los
propietarios fueron Dn. Francisco Palacios, hacendado de Azcarrunz y Justiniano
Llosa, su socio y amigo.
La empresa se mantuvo
vigente hasta inicios de los ochenta y durante su historia de casi cincuenta
años dejo varias glorias para la hípica nacional. Situado a un costado del
pueblito de Lurigancho, a la fecha no queda nada de las instalaciones que hasta
hace algunos años se encontraban ya casi en ruinas. Cajas y reliquias amontonadas
en los boxes, donde antes descansaban los caballos quizás son la parte más
fascinante de esta historia.
Al mismo estilo de buscadores de tesoros |
A inicios del año 2014, nuestras
entrañables vecinas de El Pueblito nos plantean la idea de realizar una
exposición sobre la historia del haras, evento que proyectamos realizar en la
galería Florentino Jiménez del Centro Cultural del Parque Zonal Huiracocha.
Contando con una bonita historia, el registro fotográfico de la familia Taranco
Paredes y algunos objetos históricos, iniciamos la propuesta. Ese mismo año llegarían
caballos para el servicio de paseo del referido parque, rápidamente fue un éxito
recreativo y era necesario habilitar un espacio para el descanso de los
animales.
Así se propuso diseñar las caballerizas
tomando como ejemplo las antiguas estructuras, en realidad nos propusimos
reproducirla, la idea de realizar una exposición se convirtió en un proyecto
bastante osado al entender que teníamos a la mano valiosos objetos. Al rato nos
ofrecieron regalar las puertas originales, muebles, aparejos y más fotografías.
La estructura a construir
seria de adobe respetando la técnica original y conseguimos que la familia del
Sr. Palacios, nos donaran una buena cantidad de adobes procedentes de las
derruidas estructuras, además del permiso de tomar todo lo que fuera útil para
el propósito del proyecto, entendiendo que el lugar tenía los días contados nos
propusimos dos cosas:
- Recuperar objetos y material existente de carácter histórico.
- Elaborar un expediente para que el Ministerio de Cultura declare todo el ámbito de El Pueblito como espacios histórico.
El primer proceso fue
sencillo y apasionante, el segundo se resume con una extensa respuesta donde el
ministerio niega la posibilidad de tal reconocimiento, por no encontrarle el
carácter monumental histórico al lugar. Es absurdo creer que el sentimiento de
valor e importancia de un espacio deba medirse por sus cualidades tangibles.
La construcción se propuso con materiales originales |
Al haras volvimos en varias
oportunidades, la Sra. Salome, nos ayudó mucho en ese propósito y cada vez era inolvidable
recuperar reliquias de rincones donde el tiempo escondía valiosos objetos y
documentos. Personalmente me sentía formar parte de un capítulo de la serie
buscadores de tesoros.
Recuerdo que uno de los
cuartos para caballos lucía un hermoso techo de caña brava perfectamente
ordenada. Situado en una esquina una pila de cajas cubiertas por excremento de
palomas, al retirarlas y abrirlas nos topamos con libros, documentos fotos,
ropa de la época. Hacia otro lado objetos diversos como aparejos para caballos,
herramientas y libros contables que son una joya para cualquier investigador.
|
Todo ello, es suficiente
para realizar diversos estudios, tan solo su inventario demoraría varias
semanas, lo que existe en el centro de interpretación, que fue inaugurado un 29
de noviembre de 2014, es solo una parte de lo que veníamos restaurando y que
será estudiado como parte del proyecto Haciendas que hemos lanzado hace un año.
Valiosa documentación recuperada |
Ahora no entendemos como la desidia
de una gestión municipal metropolitana, deja en total abandono un espacio que
forma parte de las demanda de visitas educativas y culturales en nuestro
distrito, un espacio de los pocos que tenemos donde se rinde homenaje a nuestros
trabajadores del campo y a la hípica nacional. Sencillamente, lo último que deberíamos
contar del proyecto Haras Lurigancho es que permitimos que la ignorancia de funcionarios
terminara por cerrar dramáticamente el capítulo de una hermosa historia.
Obra concluida |
Deseo concluir reconociendo
a todo el equipo del Instituto Cultural Ruricancho que estuvo empeñado en el
proyecto, a Javier Rojas Neri,
especialista en conservación y responsable de la construcción en adobe, a los
directivos de SERPAR (anterior gestión) por darnos la confianza de realizar el
proyecto.