Por: Lic. Julio Abanto LL.
Arqueólogo
del ICR.
A inicios
del año 1990, un grupo de vecinos impulsó un plan de poblamiento en las faldas
del cerro Observatorio; laderas colindantes a la antigua carretera Canto Grande
(altura del paradero 6 de la avenida Las Flores). Años atrás, en la década del
cincuenta, la minera Villa Sol extrajo toneladas de arena gruesa para
construcción y el enorme forado causado fue convertido posteriormente en
relleno sanitario. Sus nuevos moradores no habían imaginado que dos mil años
atrás, ese mismo espacio había sido ocupado por una cultura que se estableció en
la zona baja de la quebrada Canto Grande y que, gracias a un ingenioso sistema
de riego, lograron convertir sus suelos en terrenos altamente productivos. Pero,
¿quiénes fueron estos ancestros?
Vista satelital a las quebradas que conforman cerro Observatorio, en blanco la dimensión de evidencias arqueológicas (Google Earth, 2009) |
Según recuerdo, el año 1979 cuando la aterrazada superficie “el
hueco”- como así lo llamaban- servía de campo deportivo. En aquellos años, el
señor Montoya, respetado guardián del lugar, solía impedir el ingreso a los
extraños a punta de hondazos y, valgan verdades, tenía muy buena puntería.
Mi temprana curiosidad me permitía pasar un buen rato trepando
las pequeñas pendientes, explorando las quebradas y mirando cómo, de los cortes
dejados por la minera, un buen grupo de lechuzas habían hecho enormes hoyos
para sus nidos. Es allí que pude notar que en el perfil expuesto se apreciaban
capas de ceniza, material orgánico que contenía fragmentos de cerámica, piedras
trabajadas, huesos, pedazos de tejidos y conchitas de mar. Recuerdo mis amigos atribuían
un origen antidiluviano a los restos de unos hermosos caracoles de lomas y
decían que esa era la prueba de que el mar, hace millones de años, cubría todo,
pero nunca creí tal afirmación. Por el contrario, ya mi inclinación
arqueológica me hacía suponer que se tratarían de los restos de algún pueblo
olvidado, el mismo que fue consumido y borrado por las máquinas que extraían arena
del lugar.
Tuve que esperar muchos años y esconder en diversas cajas el
material que, según mi madre, eran “ollitas” de los chivateros y campesinos de
las antiguas haciendas; si ella hubiera encontrado las cajas éstas quizás nunca
me habrían permitido saber qué cultura fue la que los fabricó.
Para mi sorpresa, años más tarde, mi primer hallazgo terminó
como residencia de una nueva población. Los años de estudiante de arqueología
en San Marcos los aproveché bien; tenía 19 años y esta era la oportunidad que
esperaba para saber quiénes vivieron en El Triunfo (nombre del actual pueblo).
Después de muchos años desempolvé las cajas y para mi pesar note que los años
habían causado estragos en mi valiosa colección; las sales habían consumido
gran parte del material y algunos fragmentos, para mi gran pena, no tenían
salvación.
Sitio El Triunfo poco antes de ser poblado (foto: Julio Abanto, 1990) |
En aquello años mi profesor, el Arqueólogo Alberto Bueno Mendoza,
fue el primero en darle un juicio al material, con mucha certeza me dijo con
voz sorprendida que se trataba de un material de estilo Blanco sobre Rojo: “el
material es semejante al hallado en El Panel, en Tablada de Lurín” y confirmó
que este tipo de material llega a 2000 años de antigüedad.
En esos años este material sería la cerámica más antigua de la
que yo tenía referencia para nuestro distrito ya que en la actualidad hemos
encontrado evidencias de poblaciones más tempranas y años de trabajo nos han
demostrado que vivimos en un distrito con una historia muy compleja que se
remonta a más de 7000 años de antigüedad.
Pero sigamos con El Triunfo, tema por el que me imagino ya le
agarraron el interés. La pérdida de mi material y el pronto tratamiento
hicieron que con un grupo de compañeros, entre ellos mi entrañable colega
Daniel Cabrel, tratásemos de hacer un minucioso registro del lugar. Mi padre me
obsequió una cámara fotográfica; de esos años corresponde las primeras fotos de
los perfiles y materiales recuperados. La constante ocupación puso al
descubierto fragmentos y algunas otras evidencias culturales; lamentablemente,
realizar un desalojo con intervención del INC hubiera sido imposible, ya que el
sitio no figuraba en los registros respectivos. El reto fue involucrar a la
población y sensibilizarla sobre la importancia del hallazgo para que de esa
manera se supiera que en ese lugar vivió gente hace dos milenios atrás.
Visitaba la zona con mucha frecuencia y registraba con mi cámara
y dibujos de lo que las obras modernas sacaban a la luz. Entre el ladrido de
los perros, el grito de los niños que me llamaban “el loco del cerro” y la
curiosidad y desconfianza de los mayores, pude registrar importantes evidencias
y, lo más esencial, ganarme la confianza de los vecinos.
Recuerdo cuando una niña de nombre Janett me mostró un costal
conteniendo los restos de una dama de épocas pasadas. En realidad sentí mucha
pena al contemplar los huesos de un ser humano que después de dos milenios era
molestada de su descanso eterno y nunca supe si tenía ofrendas o cuál era su
posición al ser enterrada. En otras ocasiones, algunos señores se me acercaban
para obsequiarme fragmentos de vasijas, algunos de los cuales mostraban caritas
de figurinas que hacían notar sus dientes y unos grandes ojos.
Diversos fragmentos de cerámica provenientes de El Triunfo y figurina de Cerro Lurigancho (Dibujos y foto: Julio Abanto) |
Formas de picos correspondientes a botellas de tipo doble pico y asa puente. (Dibujos: Julio Abanto) |
Todos estos materiales, fotos y apuntes son los únicos
testimonios de un pueblo, al cual poco a poco fuimos conociendo y que desde
hace años ha formado parte de mi vida. El año 1994 hice mi primera publicación
de los materiales recuperados. Hoy sabemos que El Triunfo es un pueblo que
surgió después de la influencia Chavín en la costa. Sobre su desarrollo
prosperó una cultura muy importante que construyó colosales estructuras públicas;
esta cultura es conocida como Lima.
El Triunfo conforma una aldea emparentada con la sociedad que
desarrolló un estilo que conocemos como Blanco sobre Rojo o Baños de Boza (200 a . C a 200 d. C.), del
cual existen asentamientos desde el valle de Chanchay hasta Lurín. La aldea de
El Triunfo se extendía desde su actual ubicación hasta los terrenos del colegio
N° 0074 y próximo a las faldas del cerro que colinda con Caja de Agua (Cerro
las Ramas).
Fue un pueblo que vivió de la agricultura, gracias a la
ampliación y mejoramiento del canal de riego que traía aguas desde Huachipa y
Campoy. Entre los cultivos detectados tenemos al maíz, algodón, maní, fríjol y
frutos como la lúcuma, pacae, etc. Complementaban su dieta con productos
marinos, los mismos que eran conseguidos mediante el intercambio comercial,
consumían carne de camélidos, cazaban venados y, al igual que nosotros, tenían
como mascota al perro.
Eran diestros artesanos, elaboraban una serie de vasijas a las
cuales adornaba con aplicaciones escultóricas de rostros, serpientes y felinos,
en ocasiones aplicaban pintura crema, además de una técnica conocida como
negativo.
Detalle de terrazas para viviendas, situadas en la ladera del cerro (Foto Julio Abanto 1990) |
Elaboraban finos cuencos, botellas de doble pico y asa puente,
ollas sin cuello, cántaros e instrumentos musicales. Adornaban sus cuerpos con
dijes de piedra, hueso y cuentas de concha de molusco, no hemos encontrado
armas. Pero la piedra se seguía utilizando como artefactos de molienda
(Batanes, Morteros, chancadoras, lascas para cortar, etc.)
Confeccionaban su ropa en fibras como el algodón y lana de
camélidos. Enterraban a sus difuntos cerca de sus viviendas y les tenían mucho
respeto; por lo general el cuerpo estaba sentado con los miembros inferiores
recogidos (posición fetal) y acompañado de vasijas y otros objetos de su uso.
San Juan de Lurigancho no es el único sitio con evidencias de la
cultura Blanco sobre Rojo; existen sitios como Cerro Santa Rosa (Caja de Agua),
Cerro Gallo y la Vizcachera (Campoy). También al interior de la quebrada se han
encontrado extensos campamentos donde su cerámica está asociada a algunos
geoglifos, lo cual indica que el culto a la montaña formaba parte de su mundo
religioso.
Sus pequeñas viviendas dispuestas en las laderas de los cerros
se levantaban sobre una serie de terrazas a modo de pircas; es posible que sus
paredes fueran levantadas en quincha y, sobre el suelo, petates de totora.
Tuvieron pueblos vecinos en las pampas de Amancaes y en Huachipa, lo mismo que
en Huallamarca (San Isidro), el cual, sin duda, fue un centro importante. En otros
valles y sitios como Ferroviarios en Villa el Salvador y Tablada de Lurín
(Villa María del Triunfo), se han encontrado extensos cementerios.
Labores coordinadas con el ministerio de Cultura para la delimitación del sitio Cerro Observatorio al interior del colegio estatal N° 0071 (Foto. Julio Abanto 2013) |
Al concluir este escrito creo que este pueblo no ha muerto; la
maravilla de la ciencia arqueológica es mostrarnos los secretos de los pueblos
desaparecidos. Después de dos mil años seguimos hablando de ellos y de sus
logros y, después de tanto tiempo, seguimos sintiendo orgullo de gente que
nunca conocimos. Después de ellos nos toca definir nuestro futuro y cimentar el
desarrollo en su enseñanza. ¡Qué maravilloso regalo!, ¡somos un pueblo con un
pasado milenario! Hoy hemos dedicado estas líneas a una cultura que habitó en la
quebrada Canto Grande durante un pequeño lapso de tiempo; ¡imagínense si contásemos
todo lo que ocurrió y quiénes poblaron nuestro distrito desde hace más de 7000
años.!
que buena informacion
ResponderBorrarEn mi niñez soliamos ir a los cerros con mis amigos .. encontrabamos cuevas de lechuzas .. lagartijas .. conchitas y serpientes pequenas ... y lo recolectabamos .. siempre pensamos aue todo era mar ..
ResponderBorrarAhora con esta valiosa informacion puedo juntarme con mis amigoa deepsea de 25 años y conversar sobre nuestras anecdotas sabiendo mas sobre el tema..
Gracias
Linda historia
ResponderBorrarBuen documento amigo Eduardo y muy interesante saber del lugar donde hacemos y compartimos nuestras vidas....
ResponderBorrar