El reinado de
los sacerdotes jaguares
Julio Abanto Ll.
Cuando iniciamos las investigaciones el año 1996, existía
un gran vacío en la secuencia cronológica que se venía estableciendo para la
quebrada de Canto Grande. La presencia Chavín se escurría de nuestros
hallazgos. Aún recuerdo cuando un joven Anderson Chamorro llevó a mi casa los
fragmentos provenientes de un sitio llamado cerro Lurigancho, sitio que había
sido reconocido por él y su compañero
Jorge Champi. Cuando tuve en mis manos esos objetos, un fragmento llamó mi
atención, su fino acabado en un rojo mate y las finas líneas incisas que
formaban un ojo de pupila excéntrica, sencillamente me volvieron loco de emoción.
Croquis del sitio amurallado Cerro Lurigancho (Google
earth, 2006)
El reconocimiento del lugar corroboró lo que veníamos
suponiendo; aquel cerro tenía una larga ocupación del Período Formativo y era
muy posible que estuviese asociado al desaparecido sitio corrales El Sauce. Eso
no era todo, ya que pudimos comprobar que el lugar originalmente estuvo
amurallado lucía gruesas paredes en diferentes niveles y una cumbre modificada
con toneladas de tierra; desde su cumbre era visible otro cerro amurallado,
cerro Gallo, para ello habían cortado parte del cerro El Chivo con el fin de
que ambos puntos sean visibles, de más está mencionar el hermoso panorama a
toda la zona baja del distrito. Un lugar entre las lomas y los campos de
cultivo.
Tiempo después tuvimos la suerte de registrar la
estratigrafía de casi toda la zona baja, cuando varias zanjas de más de tres
metros de profundidad recorrían por la berma central de la Av. Próceres. Estas
zanjas, para la nueva tubería de un distrito que ya bordeaba el millón de
habitantes, era la radiografía histórica que esperábamos y no dudamos en entrar
y registrar cada capa, así recuperamos fragmentaria que bordeaba los 3500 años
de antigüedad.
Para el año 2000, mientras me encontraba a cargo de la
oficina de patrimonio cultural de la Municipalidad de San Juan de Lurigancho,
exploramos un área que quedó pendiente desde el año 1996, Caja de Agua, ahí en
su línea divisoria con el Rímac registramos un conjunto de asentamientos; uno
de ellos se sitúa sobre una lomada aterrazada, sin duda un lugar de control,
los materiales observados nos demostraron que se trataba de un sitio del Período
Formativo. Al lugar lo bautizamos como cerro Gramal.
Muros expuestos por maquinaria pesada en el sitio las
Lomas, al costado fragmento de botella con cabezas de serpientes en relieve,
recuperados en el sector E de Mangomarca.
Otro hito importante para entender la presencia Chavín
en San Juan de Lurigancho fue el hallazgo del Cerro Cantería el año 2003, el
sitio lo habíamos registrado un año antes, es decir los componentes
arquitectónicos que forman un templete y una pequeña plaza. Pero los grabados
sólo fueron visibles después de la lluvia que ocurrió ese verano. Mis amigos y
un fotógrafo de la comunidad, Willian Condo, se fueron a fotografiar el cerro.
Yo me encontraba internado en la selva de Camisea cuando recibí un correo
conteniendo un par de fotos que me perturbaron, pude resaltar las imágenes
usando los contrastes e invirtiendo los colores al negativo, y la ver los
rasgos de un ojo con pupila hacia arriba y un rostro compuesto con enormes
colmillos, quedé sorprendido y me prive el sueño durante varias noches solo por
el deseo de ir al lugar, si en ese momento hubiera tenido la suerte de tomar el
primer vuelo lo hubiese hecho y así fue a mi retorno, ya me encontraba
alistando mi mochila para visitar el lugar y una vez en el sitio registramos 10
paneles con petroglifos que fueron mostrados a la comunidad científica en la
ciudad del Cusco, en el primer encuentro
de arte rupestres peruano, el hallazgo maravillo al mismo Jean Guffroy y a mi
amigo Gory Echevarría, quien ahora es un destacado estudioso de las quilcas
andinas.
En el año 2005, no solo registramos sitios que ya
desde antes entendíamos que eran bastante antiguos, sino que también hallamos
otros como Las Lomas, sitios que nos ayudaron a comprender quiénes levantaron las murallas de
cerro Lurigancho.
Alfarería Chavín la hemos registrado en la cumbre de
cerro Colorado y también en Mangomarca donde el hallazgo de un fragmento que
muestra cabezas de serpientes con lenguas bífidas, nos hablan de la presencia
de su culto en estas tierras.
Panel 1 de cerro Cantería, el rostro mítico
Antes de contar con estos hallazgos se conocían pocas
evidencias arqueológicas en esta parte de Lima, era Huachipa la que mostraba
una secuencia alfarera prolongada desde, posiblemente, el período Inicial hasta
el Horizonte Tardío (Silva y García, 1997); (Silva, 1991); (Palacios, 1987).
Cuando Chavín de Huántar se
encontraba en su apogeo, el valle del Rímac estaba bajo el control de una buena
cantidad de centros ceremoniales estratégicamente distribuidos desde el
interior del valle hasta el delta que componen los fértiles abanicos aluviales
de los valles de Lima.
Y es que se trataban de enormes Centros
con un patrón arquitectónico característicos para la costa central, los famosos
templos en U. Tanto su elevada pirámide central y plataformas laterales
debieron encontrase bellamente ornamentados con frisos de figuras simbólicas,
donde seres de enormes bocas y colmillos sobresalientes formaban parte del
panteón religioso de estas culturas.
En esos años el templo en U de Azcarrunz debió
ser el espacio de congregación religiosa y, al llegar Chavín, el culto se
intensificó con ceremonias que incluían peregrinaciones a la cumbre de cerro
Colorado, teniendo como escenario secundario el templete de cerro Cantería. Al lugar llegaba alfarería muy fina
del tipo ofrendas, como el hallado en las galerías del templo de Huántar, este
material fue quebrado en el sector de la huanca, especio de obelisco pequeño al
medio de una plataforma cuadrangular hecho en piedras muy escogidas.
Casi al final de la era Chavín se inició la
fortificación de cerros, sin embargo, los asentamientos continuaron ocupando
pequeñas quebradas al pie de ecosistemas de lomas. Cuando Chavín desaparece se
da inicio a una nueva tradición alfarera, a la cual conocemos como Blanco sobre
Rojo.
Fragmentos recuperados de cerro
Cantería y reconstrucción en dibujo.
Referencias Bibliográficas:
ABANTO LLAQUE,
Julio H.
2008 “Petroglifos, Geoglifos y Pictografias en Quebrada Canto
Grande”, Revista ARKINKA. Julio - Año 12. Nº 152
2009 “Evidencias arqueológicas del Periodo Formativo en la Quebrada
de Canto Grande, valle bajo del Rímac”. Boletín de Arqueología PUCP. Nº 13.
159-185.
2010 “Los petroglifos formativos de cerro Cantería: un adoratorio
temprano entre la cuenca alta de quebrada Canto Grande y Quebrada El Progreso,
Lima”. Revista de Graduados. UNMSM. Nº 1: 205 – 217. (Coautor: Martín García
Godos)
PALACIOS
LINARES, Jhonatan.
1987
“Secuencia de la cerámica temprana del
valle de Lima en Huachipa”. En: Gaceta Arqueológica Andina. Año IV N°
16; pp. 24 - 31. Instituto de Arqueología (INDEA). Lima.
SILVA
SIFUENTES, Jorge
1991 “Ocupaciones postformativas en el valle del Rímac:
Huachipa-Jicamarca”. En Revista Pachacamac. Vol. 1; N°1; pp. 49 - 74.
Museo de la Nación.
Lima.
SILVA SIFUENTES, Jorge; Kenneth HIRTH, Rubén GARCÍA y José PINILLA.
1982
“El valle del Rímac hace 2500 años:
Huachipa–Jicamarca”. En: Boletín de Lima. Año 4; N° 21; pp. 59-68. Lima.
1983 “Formativo
en el valle del Rímac: Huachipa – Jicamarca”. En: Arqueología y Sociedad.
N° 9; Museo de Arqueología y Etnología. UNMSM. Lima.
SILVA SIFUENTES, Jorge y Rubén GARCÍA.
1997 “Huachipa-Jicamarca: cronología y desarrollo sociopolítico en
el Rímac”. En: Bulletin de L´Instituf Français d´Études Andines. Tomo
26, N° 2, pp. 195-228. Lima.
Como siempre el trabajo de investigación que realiza Julio Humberto Abanto LLaque es muy prolijo, felicitaciones por todo esta exposición, es un motivo más para ver que San Juan de Lurigancho tiene mucha historia de lo cual debemos estar orgullosos.
ResponderBorrarMi distrito tiene una gran historia
ResponderBorrarExcelente material.!
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