Julio
Abanto
(Marzo
2016)
Luis Alberto Bocanegra Calvez (Foto Julio Abanto, 2016) |
Pablo Picasso dijo: “Un pintor es un hombre que pinta lo que
vende. Un artista, en cambio, es un hombre que vende lo que pinta”. Esa
frase cuadra bien con el trabajo que realiza un entrañable amigo del arte,
quien vive en San Juan de Lurigancho desde hace muchos años y que para lograr
ser un profesional de la pintura
tuvo que esforzarse muchísimo y cuya historia paso a contarles.
Hace varios años, cuando la
avenida Los Jardines no era ese cordón comercial y bullicioso que hoy es,
encontré a unas cuadras de La Hacienda un ambiente abierto donde había, entre antigüedades y algunos óleos, un señor
delgado, alto y con una singular barbita que disfrutaba haciendo dibujos a los
escolares y niños del barrio. De hecho me fascinaron las pequeñas antigüedades
y los cuadros que habían en el lugar que me quedé admirándolos y con el tiempo
descubrí que aquel señor serio era un artista plástico, un gran artista y, por
supuesto, nació una amistad que ha perdurado durante todos estos años.
Luis Alberto Bocanegra
Gálvez, cuyo seudónimo artístico es LABOGAL -algo parecido a nuestro recordado
maestro cajabambino- es natural de Cajamarca, de Chota, nació en el fértil
valle de Tacabamba entre los abrigados cerros y la hermosa catarata de Condac. No
por algo también le ha compuesto un himno a su adorable terruño.
Luis Alberto y su hermano Augusto, en instrucción premilitar, 1957 |
Sus estudios primarios los
realizó en su pueblo natal. Para continuar los secundarios tuvo que irse a
Chota y desde entonces estuvo muy ligado al deporte integrando el equipo de básquetbol
y fútbol de su escuela. Después de concluir sus estudios secundarios en el C.N
San Juan de Chota, enrumbó a Lima para dedicarse al estudiar y cimentar su
profesión que lo apasionaba: el arte.
De cuclillas y agarrando el balón, nuestro amigo se luce como un deportista en la selección de basquetbol de su colegio en Chota |
En Lima estudió en la
Escuela Normal para ser docente y con el tiempo es nombrado Director de un
colegio en Independencia. Sin embargo, a pesar de que había logrado ser un
profesional, sus ganas de estudiar en la Escuela Nacional de Bellas Artes lo
obligaron a seguir ese rumbo y, gracias al apoyo de varios amigos, fue
destacado como director en una escuela nocturna, lo que le permitió disponer de
tiempo para iniciar sus estudios soñados.
Apreciar sus pinturas es
para muchos no entender esa recarga de óleo, ese tejido enmarañado que integra
todo el cuadro. Pero es su propio estilo y como artista libre ha sido capaz de
expresar ese sentimiento humanista en cada retrato donde con hábil paciencia
inyecta esa furia de colores como una abierta critica al mundo que lo rodea. Y
es que es arriesgado escapar del estándar académico para generar una expresión
propia, llena de sentimiento e identidad.
Como alumno en la Escuela Nacional de Bellas Artes |
Y claro, alguna vez tuve que
preguntarle por ese estilo que él mismo califica como “enmarañado” y me
respondió así: “En 1974 egresé de la Escuela
Nacional de Bellas Artes y desde entonces he ido evolucionando como artista,
madurando mi estilo. Recuerdo cuando mi gran amigo Víctor Humareda me visitó y vio
uno de mis cuadros que venía haciendo dedicado a mi tierra Chota; él se quedó
mirando mi trabajo y al ver mi manera libre de pintar me sugirió que busque la
unidad entre el fondo y lo que venía pensando, lo cual era osado, pero que
después de varios intentos logré plasmar. No soy un artista que sigue la línea,
pues de ser así dejaría de serlo. Mis cuadros son un mensaje a la identidad de
nuestro país, expresan un amor al terruño. Mi pintura es emocional, yo no me
quedo callado ante la injusticia, esa recarga de óleo es ese vómito de
sentimiento”.
Boceto para su retrato que le hiciera su amigo y maestro Víctor Humareda |
Y es que ese carácter de
artista comprometido y preocupado por descentralizar el arte a los conos de la
ciudad hizo que se anime a ofrecer un pequeño ambiente de su casa para instalar
una galería de arte, la cual tuvo que cerrar por notificación municipal. Pese a
ello, nuestro amigo sigue pintando en su pequeño estudio que está rodeado de chifas,
chicharronerías y el bullicio sabatino.
Retrato de su madre y donde va perfilando su estilo |
Recuerdo con mucho agrado
cuando el año 2001 el Instituto Ruricancho realizó su décima exposición
personal en la gran sala de la Casa de Cultura de la municipalidad de Lince, en
el que se expusieron cerca de 60 cuadros y que contó con la presencia del
alcalde de ese entonces, el señor Waldo Ríos. Fue una noche maravillosa y donde
nuestro amigo fue tratado con mucho afecto.
La tauromaquia es un tema recurrente es su trabajo |
Han pasado quince años de
esa experiencia y nuestro pintor ya va por casi una veintena de exposiciones
personales y más de trescientas colectivas. Su sueño es exponer en su distrito
y que sus vecinos aprecien su trabajo acumulado durante todos estos años.
¡Ojala que así sea! Nuestro amigo pintor, con esa alegría que lo caracteriza,
sigue enmarañado sus sueños por ver un distrito donde la paz y el desarrollo
sean los colores que reinen en la sonrisa de los niños, de esos niños que él
enseñaba a pintar y apreciar el arte.
Como artista expresa su incomodidad por la situación del país. |
No hay comentarios.:
Publicar un comentario