miércoles, 5 de junio de 2019

Chikan: la historia de un perro Luriganchino y evidencias arqueológicas de estas mascotas *


Julio Abanto Llaque

Le pondré por nombre Chikan, que significa “único”, “distinto a todos”, así será - Me dijo- muy convencida una amiga cuando por un mensaje telefónico me contó que adoptaría a un perro que un grupo de amigos encontró abandonado en los cerros de Canto Chico, sinceramente pensé que estaba loca, que cómo podría hacerse cargo de un perro tan pequeño, enfermo, esquelético, ciego y de remate feo.

Petroglifo de cerro Cantería que representa un perro de hace 2500 años (Foto julio Abanto,2006)
Sin el ánimo de persuadir su intensión y guiado por la curiosidad de conocer al pequeño animal color marrón, dispuse mi camioneta para ir a recogerlo. Ella lo recibió en brazos muy convencida de brindarle todo el amor ausente, me enterneció esa escena y mientras ella recibía una bolsa de alimento que personas de buena voluntad le habían dado, me dijo: “agárralo un rato” y sin hacerme otra consulta lo dejó en mis brazos, ese pobre animalito con los ojos totalmente nublados temblaba y a la vez mostraba confianza tratando de lamer mi brazo, lo mire y de alguna manera me cautivo, y desde entones sentí que más que cómplice de esta tierna locura debería ser un protector casi un padre para esta nueva mascota.

Lo acomode para que sintiera mi calor y al moverlo note la gran cantidad de pulgas y garrapatas que se habían apoderado de su cuerpo, era necesario salvarlo y darle una calidad de vida. Desconocemos su origen y quienes lo abandonaron, desde ahora tendría una oportunidad, un hogar.

Chikan me ha acompañado a trepar cerro Babilonia y aunque todavía se veía muy delgado y algo inseguro, su pelo fue cambiando y gracias a los cuidados de Anely, mi valiente y generosa amiga, sus ojos se aclararon hasta recuperar por completo la vista. Hoy mi nueva mascota, a quien siempre visito, ha crecido tiene una bella casa de madera obsequio de mis hijos, un colorido collar y el afecto de una hermosa familia.

Así empezó la historia de Chikan con un mensaje en redes sociales, al lado su actual protectora.

Cuando lo veo correr alegre y buscarme con tanto entusiasmo, me pregunto que sería del alegre can si generosas personas no hubieran llegado a su vida y es que esa es la triste realidad para miles de perros abandonados a su triste destino en nuestro distrito.

Según datos que maneja la Fundación WUF, en nuestro país se alcanza la cifra de seis millones de perros abandonados. En San Juan de Lurigancho, donde no existen políticas que miren estos casos, es alarmante el nivel de abandono y sus efectos son percibidos como un grave problema de salud pública. Basta con mirar las calles y parques donde los excrementos se pulverizan y son respirados por los usuarios, perros muertos por intentar cruzar nuestras caóticas calles y la gran cantidad de parásitos que reposan en los parques de nuestra nada sana ciudad.

Es inimaginable como nos comportamos y somos tan indiferentes con nuestros compañeros, el perro como “mascota” ha mostrado una admirable relación con los seres humanos desde tiempos inmemoriales. Ya sabemos que desde hace 10 000 años los humanos tenían como competidores a los lobos y en esa lucha de supervivencia se dieron cuenta que era necesario combinar inteligencia, organización y estrategia de caza, ambos habían desarrollado esas condiciones pero en grupo era más exitosos.

Desde entonces el lobo modificó su forma de vida para adaptarse y mutar en una nueva especio “Canis lupus familiaris”. Los primeros humanos que cruzaron este continente no lo hicieron solos, y acá en los Andes el perro o “alqo” (en quechua), se modificó a una raza que casi es exterminada por el olvido, el perro calato tan impreso en la cerámica chimú, chancay y otras culturas, es una muestra de adaptabilidad a desierto costeño. Hoy considerado como patrimonio nacional.

Ceramio que representa un perro "calato" o biringo de estilo Chancay del 1000 d.C.  (colección de la Sala Jaime del Castillo-MML, Foto: Julio Abanto 2019)

El los andes nuestro perro es tan estimado que en la cosmovisión es el ente que acompaña a los difuntos en su largo viaje. Los incas le dedicaron un lugar en la Vía Láctea y también están  grabado en las líneas de Nasca y se los ha encontrado acompañando la lujosa tumba al señor de Sipan.

En nuestro distrito existe  evidencias de la presencia del perro acompañando a nuestro pueblos antiguos, vemos su silueta grabada en una milenaria roca en la cumbre de cerro Cantería (500 a. C.), al inicio pensamos que se trataba de la imagen de un zorro pero el detalle de la cola arqueada hacia la espalda es sin duda la postura de un can. La primera impresión que se hace de este animal en nuestro territorio.

También hemos registrado sus huesos y las mordeduras que los perros han dejado impresos en restos óseos de camélidos del sitio El Triunfo que datan del 200 a.C. y se ha encontrado representado en ocarinas en el desaparecido Sitio Potrero Tenorio, melodioso instrumento musical de viento.

Su representación es más común como figurinas de barro cocido que debieron ser amuletos o juguetes en los entierros incas de los sitios El Sauce y Canto Chico.

Miniatura procedente del sitio el Sauce (Colección Ruricancho 2019)

Figurina representando un perro, también procedente de el Sauce. (Colección Ruricancho, 2019)

Desde el pasado hasta nuestros días, este animalito se dispone como un fiel amigo de juegos infantiles o un bravo guardián de nuestra propiedad, tampoco imagino a un pastor de nuestra serranía sin un perro, ya los antiguos chiribayas tenían un perro pastor. Sin embargo no logro entender como somos capaces de desampararlos, de permitir que vagabundean como esqueléticas figuras por nuestras calles y sobreviviendo de la basura.

Es más doliente cuando nuestras autoridades le dan la espalda al problema, no existe un empadronamiento de mascotas, un plan efectivo de vacunación y de esterilización si no queremos ver inundada nuestras calles por nuestro propio descuido, es importante considerar este problema como una realidad de salud pública y de moral humana.

Aunque parezca una tarea difícil, vale darle una mirada a la manera tan responsable como Holanda ha logrado solucionar el problema de perros callejeros:
  1. Insistente campaña de sensibilización a la personas que mantienen mascotas
  2. Se ha generado una base legal de protección a los animales
  3. Implementación de agresiva campañas de salud y esterilización
  4. Se han generado impuestos altos para la compra de animales de raza, con el propósito de estimular la adopción de perros comunes.


En consecuencia, no sería difícil plantar una solución para este problema y un buen ejemplo es la ciudad de Arequipa donde es difícil ver perros abandonados. Creo que en el fondo debemos aprender a elegir autoridades con alta responsabilidad y sensibilidad, muchas veces merecemos llamar animales a quienes teniendo el poder no hacen nada para revertir un a problemática tan grave.   

* Esta nota lo dedico a las mascotas que han alegrado mi vida y sin pensarlo se convierten en una parte más de la familia, con todo mi afecta a Molly y Chikan, mis hijos menores.