martes, 22 de noviembre de 2016

EL SITIO ARQUEOLÓGICO EL TRIUNFO: Poblaciones post Chavín en San Juan de Lurigancho

Por:  Lic. Julio Abanto LL.
Arqueólogo del ICR.


A inicios del año 1990, un grupo de vecinos impulsó un plan de poblamiento en las faldas del cerro Observatorio; laderas colindantes a la antigua carretera Canto Grande (altura del paradero 6 de la avenida Las Flores). Años atrás, en la década del cincuenta, la minera Villa Sol extrajo toneladas de arena gruesa para construcción y el enorme forado causado fue convertido posteriormente en relleno sanitario. Sus nuevos moradores no habían imaginado que dos mil años atrás, ese mismo espacio había sido ocupado por una cultura que se estableció en la zona baja de la quebrada Canto Grande y que, gracias a un ingenioso sistema de riego, lograron convertir sus suelos en terrenos altamente productivos. Pero, ¿quiénes fueron estos ancestros?

Vista satelital a las quebradas que conforman cerro Observatorio, en blanco la dimensión de evidencias arqueológicas (Google Earth, 2009)

Según recuerdo, el año 1979 cuando la aterrazada superficie “el hueco”- como así lo llamaban- servía de campo deportivo. En aquellos años, el señor Montoya, respetado guardián del lugar, solía impedir el ingreso a los extraños a punta de hondazos y, valgan verdades, tenía muy buena puntería.


Mi temprana curiosidad me permitía pasar un buen rato trepando las pequeñas pendientes, explorando las quebradas y mirando cómo, de los cortes dejados por la minera, un buen grupo de lechuzas habían hecho enormes hoyos para sus nidos. Es allí que pude notar que en el perfil expuesto se apreciaban capas de ceniza, material orgánico que contenía fragmentos de cerámica, piedras trabajadas, huesos, pedazos de tejidos y conchitas de mar. Recuerdo mis amigos atribuían un origen antidiluviano a los restos de unos hermosos caracoles de lomas y decían que esa era la prueba de que el mar, hace millones de años, cubría todo, pero nunca creí tal afirmación. Por el contrario, ya mi inclinación arqueológica me hacía suponer que se tratarían de los restos de algún pueblo olvidado, el mismo que fue consumido y borrado por las máquinas que extraían arena del lugar.

Tuve que esperar muchos años y esconder en diversas cajas el material que, según mi madre, eran “ollitas” de los chivateros y campesinos de las antiguas haciendas; si ella hubiera encontrado las cajas éstas quizás nunca me habrían permitido saber qué cultura fue la que los fabricó.

Para mi sorpresa, años más tarde, mi primer hallazgo terminó como residencia de una nueva población. Los años de estudiante de arqueología en San Marcos los aproveché bien; tenía 19 años y esta era la oportunidad que esperaba para saber quiénes vivieron en El Triunfo (nombre del actual pueblo). Después de muchos años desempolvé las cajas y para mi pesar note que los años habían causado estragos en mi valiosa colección; las sales habían consumido gran parte del material y algunos fragmentos, para mi gran pena, no tenían salvación.

Sitio El Triunfo poco antes de ser poblado (foto: Julio Abanto, 1990)
 En aquello años mi profesor, el Arqueólogo Alberto Bueno Mendoza, fue el primero en darle un juicio al material, con mucha certeza me dijo con voz sorprendida que se trataba de un material de estilo Blanco sobre Rojo: “el material es semejante al hallado en El Panel, en Tablada de Lurín” y confirmó que este tipo de material llega a 2000 años de antigüedad.

En esos años este material sería la cerámica más antigua de la que yo tenía referencia para nuestro distrito ya que en la actualidad hemos encontrado evidencias de poblaciones más tempranas y años de trabajo nos han demostrado que vivimos en un distrito con una historia muy compleja que se remonta a más de 7000 años de antigüedad.

Pero sigamos con El Triunfo, tema por el que me imagino ya le agarraron el interés. La pérdida de mi material y el pronto tratamiento hicieron que con un grupo de compañeros, entre ellos mi entrañable colega Daniel Cabrel, tratásemos de hacer un minucioso registro del lugar. Mi padre me obsequió una cámara fotográfica; de esos años corresponde las primeras fotos de los perfiles y materiales recuperados. La constante ocupación puso al descubierto fragmentos y algunas otras evidencias culturales; lamentablemente, realizar un desalojo con intervención del INC hubiera sido imposible, ya que el sitio no figuraba en los registros respectivos. El reto fue involucrar a la población y sensibilizarla sobre la importancia del hallazgo para que de esa manera se supiera que en ese lugar vivió gente hace dos milenios atrás.

Visitaba la zona con mucha frecuencia y registraba con mi cámara y dibujos de lo que las obras modernas sacaban a la luz. Entre el ladrido de los perros, el grito de los niños que me llamaban “el loco del cerro” y la curiosidad y desconfianza de los mayores, pude registrar importantes evidencias y, lo más esencial, ganarme la confianza de los vecinos.

Recuerdo cuando una niña de nombre Janett me mostró un costal conteniendo los restos de una dama de épocas pasadas. En realidad sentí mucha pena al contemplar los huesos de un ser humano que después de dos milenios era molestada de su descanso eterno y nunca supe si tenía ofrendas o cuál era su posición al ser enterrada. En otras ocasiones, algunos señores se me acercaban para obsequiarme fragmentos de vasijas, algunos de los cuales mostraban caritas de figurinas que hacían notar sus dientes y unos grandes ojos.

Diversos fragmentos de cerámica provenientes de El Triunfo y figurina de Cerro Lurigancho (Dibujos y foto: Julio Abanto)
Formas de picos correspondientes a botellas de tipo doble pico y asa puente. (Dibujos: Julio Abanto)

Todos estos materiales, fotos y apuntes son los únicos testimonios de un pueblo, al cual poco a poco fuimos conociendo y que desde hace años ha formado parte de mi vida. El año 1994 hice mi primera publicación de los materiales recuperados. Hoy sabemos que El Triunfo es un pueblo que surgió después de la influencia Chavín en la costa. Sobre su desarrollo prosperó una cultura muy importante que construyó colosales estructuras públicas; esta cultura es conocida como Lima.

El Triunfo conforma una aldea emparentada con la sociedad que desarrolló un estilo que conocemos como Blanco sobre Rojo o Baños de Boza (200 a. C a 200 d. C.), del cual existen asentamientos desde el valle de Chanchay hasta Lurín. La aldea de El Triunfo se extendía desde su actual ubicación hasta los terrenos del colegio N° 0074 y próximo a las faldas del cerro que colinda con Caja de Agua (Cerro las Ramas).

Fue un pueblo que vivió de la agricultura, gracias a la ampliación y mejoramiento del canal de riego que traía aguas desde Huachipa y Campoy. Entre los cultivos detectados tenemos al maíz, algodón, maní, fríjol y frutos como la lúcuma, pacae, etc. Complementaban su dieta con productos marinos, los mismos que eran conseguidos mediante el intercambio comercial, consumían carne de camélidos, cazaban venados y, al igual que nosotros, tenían como mascota al perro.

Eran diestros artesanos, elaboraban una serie de vasijas a las cuales adornaba con aplicaciones escultóricas de rostros, serpientes y felinos, en ocasiones aplicaban pintura crema, además de una técnica conocida como negativo.

Detalle de terrazas para viviendas, situadas en la ladera del cerro  (Foto Julio Abanto 1990)

Elaboraban finos cuencos, botellas de doble pico y asa puente, ollas sin cuello, cántaros e instrumentos musicales. Adornaban sus cuerpos con dijes de piedra, hueso y cuentas de concha de molusco, no hemos encontrado armas. Pero la piedra se seguía utilizando como artefactos de molienda (Batanes, Morteros, chancadoras, lascas para cortar, etc.)

Confeccionaban su ropa en fibras como el algodón y lana de camélidos. Enterraban a sus difuntos cerca de sus viviendas y les tenían mucho respeto; por lo general el cuerpo estaba sentado con los miembros inferiores recogidos (posición fetal) y acompañado de vasijas y otros objetos de su uso.

San Juan de Lurigancho no es el único sitio con evidencias de la cultura Blanco sobre Rojo; existen sitios como Cerro Santa Rosa (Caja de Agua), Cerro Gallo y la Vizcachera (Campoy). También al interior de la quebrada se han encontrado extensos campamentos donde su cerámica está asociada a algunos geoglifos, lo cual indica que el culto a la montaña formaba parte de su mundo religioso.

Sus pequeñas viviendas dispuestas en las laderas de los cerros se levantaban sobre una serie de terrazas a modo de pircas; es posible que sus paredes fueran levantadas en quincha y, sobre el suelo, petates de totora. Tuvieron pueblos vecinos en las pampas de Amancaes y en Huachipa, lo mismo que en Huallamarca (San Isidro), el cual, sin duda, fue un centro importante. En otros valles y sitios como Ferroviarios en Villa el Salvador y Tablada de Lurín (Villa María del Triunfo), se han encontrado extensos cementerios.


Labores coordinadas con el ministerio de Cultura para la delimitación del sitio Cerro Observatorio al interior del colegio  estatal N° 0071 (Foto. Julio Abanto 2013) 

Al concluir este escrito creo que este pueblo no ha muerto; la maravilla de la ciencia arqueológica es mostrarnos los secretos de los pueblos desaparecidos. Después de dos mil años seguimos hablando de ellos y de sus logros y, después de tanto tiempo, seguimos sintiendo orgullo de gente que nunca conocimos. Después de ellos nos toca definir nuestro futuro y cimentar el desarrollo en su enseñanza. ¡Qué maravilloso regalo!, ¡somos un pueblo con un pasado milenario! Hoy hemos dedicado estas líneas a una cultura que habitó en la quebrada Canto Grande durante un pequeño lapso de tiempo; ¡imagínense si contásemos todo lo que ocurrió y quiénes poblaron nuestro distrito desde hace más de 7000 años.!

martes, 28 de junio de 2016

EL RETORNO DE UN SANTO: Historia de la recuperación de una reliquia distrital.

Por: Julio Abanto Llaque.


El año 1996, tuve la suerte de contemplar una imagen hecha en madera, no sólo bastante dañada sino también antigua, quizás la imagen no tendría nada en especial, pero se trataba de una escultura que formó parte de la reliquias coloniales que adornaban la antigua y desaparecida capilla del pueblito de Lurigancho, aquella capilla que colapsará con el terremoto de 1940.

La imagen, la de San Juan Bautista, sufrió varios daños; pérdida de la mano derecha, todo el brazo izquierdo, la base que incluía los pies y parte de la zona superior de la cabeza. En esas condiciones, sencillamente fue desechada, nadie se animó a restaurarla. En 1950 se construyó el actual templo y con la modesta modernidad se decidió retirar todos los cuadros y estatuas que estuvieran dañadas, incluyendo la de nuestro patrono y por allí una de San Francisco de Asís que terminó parado en medio del panteón campesino de El Sauce, incluso creí que eso era leyenda hasta que encontré una foto antigua y era verdad, allí se encontraba el santo patrono de la ecología en medio de una quebrada, entre las lomas y los muertos. Volviendo al tema, santos de yeso y cuadros impresos resultaron la mejor opción para adornar la nueva iglesia.

Imagen desaparecida de San Francisco de Asís (Foto: Archivo MinCul, 1960)

Por cosas del destino y no sabemos cómo la imagen fue custodiada, guardada celosamente  por la familia Swayne-Braunsberger, quienes la volvieron a mostrar en público en una exposición que hiciera el historiador Juan Fernández Valle en la biblioteca municipal Ciro Alegría,  un 24 de junio de 1996, y ahí la vi.

Desde entonces creí que nunca más volvería a contemplar dicha reliquia. Después del fallecimiento del dramaturgo Enrique Solari y el de su esposa la reconocida “vicuñita” Gertrudis, quien era una apasionada estudiosa del arte popular, los herederos frecuentaban ocasionalmente la hermosa casa familiar ubicada en la Av. Lurigancho, era casi imposible ubicarlos y tener referencias del rico bagaje de la familia Solari y sus historias.

Para nuestra suerte y estando en preparativos, en junio del 2005, la fiesta de San Juan, se conformó, en nuestra municipalidad, una comisión de regidores presidida por Mónica Otárola, cuyo fin era institucionalizar y reconocer a San Juan Bautista como patrón distrital, de esta manera impulsar su celebración dentro del calendario festivo local. Paralelo a ello, mi amigo, el regidor Romer Layme, me comento que, a Jacinto Solari le encantaría devolver la imagen en custodia. La emoción fue tanta que a los pocos días un grupo de personas interesadas en confirmar la noticia, decidimos concertar un encuentro con ellos, a esta comisión se sumó vecinos del pueblito de Lurigancho, cuya participación fue de gran apoyo para lograr la tarea de recuperar el santo.

Una mañana, en la casa de la familia Solari, Jacinto extrajo de una bolsa un objeto cuidadosamente envuelto, en mi mente decía: “¡ese es, ese es!”. Poco a poco San Juan Bautista, aquella imagen de mirada tierna y con un brazo levantado nos decía: “vuelvo a mi tierra”, tan pronto fue develada, la señora Clemencia Zárate, dirigente del pueblito, le tomó en sus brazos como al hijo que se quiere, y muy dispuesto Jacinto dijo: “Es con ustedes con quien debe estar”.


Momento en que Jacinto Solari nos muestra la imagen de San Juan Bautista (Foto: Archivo Ruricancho, 2005)


Pocas veces uno puede describir la emoción sentida. Para mis amigos del pueblito una especie de paz y emoción indescriptible. Recuerdo que salí al balcón, espacio que se encontraba rodeado de reliquias y cuadros con afiches publicitarios del estreno de Collacocha, el perfecto panorama para agradecer y casi gritar  de alegría, es como si Egipto recuperará la Piedra Rosseta o el busto en piedra caliza decorada de Nefertiti. Para la historia luriganchina maravillosamente es una página repuesta.

Mas tarde Verónica Mestanza presidente del Consejo Distrital de Participación Juvenil, con quien se venia gestando una amplia jornada Cultural que denomínanos  “Los días de San Juan de Lurigancho: historia y presencia”, nos contacto con el padre Jorge Álvarez, a quien con engaños lo hicimos participe de una ceremonia que se inició el mismo 24 de junio, esa tarde en el patio del municipio y ante cientos de espectadores y la prensa local, Jacinto Solari, entregó oficialmente la imagen del santo, a la capilla que lleva su nombre: Días antes nos reunimos en la casa del antiguo Haras de Lurigancho, para planear la ceremonia y permitir que un grupo de especialistas observaran la estatua, entre ellos el historiador Ricardo Ramírez Castañeda, del IC-Ruricancho, nos confirmó que se trataba de una auténtica imagen colonial del siglo XVII.

En la actualidad nuestro San Juan Bautista se encuentra restaurado gracias a las coordinaciones que hiciera el padre Álvarez, con Alejandro Alayza Mújica, decano de la Facultad de Arte de la Universidad Católica del Perú, quien gracias a su desprendida ayuda contribuyó a que la escultura fuera restaurada por especialistas y alumnos de la prestigiosa escuela. Los vecinos del pueblito y las hermanas de la Capilla, después de un año han vuelto a ver a la imagen que luce como si el tiempo y todas estas hazañas por las que paso no la hubieran tocado. Ellos mismos son los custodios de quizás el único objeto relevante de nuestra historia colonial, con el Santo se cerró parte de una inquietud, pero al enterarnos que la casa de Enrique Solarí Swayne, cuyos restos descansaban en un rincón del gran jardín, será vendida, se despertó en nosotros la intensión de pedirle a nuestro gobierno local que se preocupase en su conservación, para ello se instauró una comisión con el fin de determinar su posible compra y destinarla como museo o casa de cultura, sin embargo después de un año, no tuvimos ninguna noticia al respecto, la acción se volvió a repetir en los años siguientes sin ningún logro, finalmente el terreno fue vendido, la casa y todo ambiente que existía arrasado para construir un campo deportivo de grass sintético.


Estado de la imagen, el antes y el después de su restauración (Foto: Julio Abanto, 2006)

Desde este modesto espacio hacemos esfuerzo para que el lector, no sólo  conozca y valore aspectos de su historia y tradición distrital, sino que ustedes también se sientan invitados a esta noble tarea de engrandecer nuestra localidad, por ello anímese y dese una vuelta por la placita de San Juan, la noche del 24 de junio día de fiesta.

Para terminar deseo adjuntar la valiosa carta de Don Alejandro Alayza, responsable de la restauración de la imagen, con esto espero celebra muy bien los 10 años de esta importante reposición histórica:

26 de junio de 2006

Estimado Sr. Abanto:

La imagen es muy antigua, siglo diecisiete o dieciocho, está hecha en madera cedro que era la costumbre de la época. Estuvo originalmente dorada con pan de oro original del cual queda solo la parte de la espalda pues lo demás fue muchas veces cambiado. Es una obra de estilo barroco tallada sobre una aglomeración de madera. La estatua del San Juan  cuando me fue entregada no tenía el brazo que alza sobre la cabeza, ya había sido anteriormente restaurado y cambiado del original. El muñón que quedaba mediría a lo sumo un centímetro y medio, se encargó a un artista escultor de rehacerlo en su integridad. A tal propósito y por falta de modelo seguro se empleó la imagen que existe de San Juan Bautista pintada por Leonardo da Vinci: el brazo levantado apuntando al cielo, anunciando al verdadero Mesías que vendría después de él,  tal como lo consigna el evangelio. Igualmente a la talla le faltaba sustentación: se había perdido el soporte y no se podía tener de pie. Así mismo, en esa misma masa de pérdida faltaban los pies de la figura. Todo eso se le completo luego fue necesario cubrir, a toda esas partes nuevas con una   base de tiza al agua de cola de conejo. Luego se procedió a reintegrarle el color en las partes que se le había completado. Lo demás estaba lleno de repintes nuevos unos y antiguos otros, se procedió por la técnica del bisturí y el rascado a retirar todo lo que era sobrante y ahí fue cuando apareció la capa de oro antiguo con que estaba recubierto, se añadió color (repinto), las partes faltantes con material que pudiera ser removido en caso de que en el tiempo sufriera cambios. El material que se aplicó fue acuarela. Luego se barnizó con dammar.

Espero que esta información sea de su interés.

Atentamente,

Alejandro Alayza.




miércoles, 25 de mayo de 2016

RECORDANDO A TONY PEREJIL

Lic. Julio Abanto Ll.

Qué niño no se muere por ir a un circo, a ese mundo mágico de personajes impensables; y es que, en los últimos años, el circo ha cobrado una producción increíble. Debo precisar: el circo con maestros en ese arte, no aquella huachafada que contrata estrellas de televisión para terminar luciendo un espectáculo mediocre.

Sin embargo, algo queda en mi niñez como un símbolo del barrio y la palomillada, y es ese circo de "la pampita", al costado del mercado, ese de la carpa con retazos, ese circo que lucía un nombre imborrable, el circo de nuestro vecino José Álvarez Vélez, y qué niño o familia de San Juan de Lurigancho, entre aquellos años 70 y 80 no ha pisado el circo Tony Perejil, el circo de los pobres.

Y es que el 25 de mayo de 1987, los diarios limeños cubrieron la noticia del fallecimiento del bufón más reconocido en los barrios de Lima, es por ello que el día del payaso peruano tiene como fecha este triste acontecimiento. José Álvarez nació en Arequipa el año 1923 y desde pequeño lo emocionó la idea de trabajar en un circo, y ya en los años 30 empezó a trabajar en el circo del “Capitán Paz”, en cuyo mundo aprendió todas las artes circenses prefiriendo la del payaso y auto denominándose como Perejil por la chapa que su mamá le puso cuando era pequeño.

Así cubrió la noticia la prensa nacional
Su vida transcurrió en la industria de la carpa grande trabajando con los mejores, y una vez instalado en Lima y con 11 hijos que lo acompañaban, inició el sueño del circo propio. Su primera instalación fue en la zona de Cantagallo y luego en Caja de Agua, lugar donde estuvo su circo funcionó por muchos años. Sin duda, Perejil tenía algo especial; no solo era el payaso favorito de los barrios pobres de Lima, él brindaba funciones gratuitas en hospitales y acudía a cualquier evento solidario al que se le convocaba.

Una de las pocas imágenes dónde Tony Perejil luce triste ante la tumba de su madre
Ese carácter le permitió codearse con grandes figuras internacionales que llegaban en temporadas y, así, tenía uno de los pocos circos que se deba el lujo de presentar a artistas extranjeros y figuras del ambiente artístico limeño y, lo juro, vi cantar a Guiller su renombrado tema el rey de las cantinas.

Siempre valía la pena esperar y tragarse la música que amenizaba las previas de la función, siempre los mambos de Dámaso Pérez Prado o la mágica guitarra de los Belking’s, y los tres pitazos de ley para empezar, ese mundo era el Perejil de sueños, qué recuerdos que al volver a la mente nos arrancan una feliz sonrisa. ¡Feliz día del payaso peruano!

Memorable foto del circo Tony Perejil  

domingo, 20 de marzo de 2016

LUIS ALBERTO BOCANEGRA GÁLVEZ, EL PINTOR ENMARAÑADO

Julio Abanto
(Marzo 2016)

Luis Alberto Bocanegra Calvez (Foto Julio Abanto, 2016)


Pablo Picasso dijo: “Un pintor es un hombre que pinta lo que vende. Un artista, en cambio, es un hombre que vende lo que pinta”. Esa frase cuadra bien con el trabajo que realiza un entrañable amigo del arte, quien vive en San Juan de Lurigancho desde hace muchos años y que para lograr ser un profesional de la pintura tuvo que esforzarse muchísimo y cuya historia paso a contarles.

Hace varios años, cuando la avenida Los Jardines no era ese cordón comercial y bullicioso que hoy es, encontré a unas cuadras de La Hacienda un ambiente abierto donde había, entre antigüedades y algunos óleos, un señor delgado, alto y con una singular barbita que disfrutaba haciendo dibujos a los escolares y niños del barrio. De hecho me fascinaron las pequeñas antigüedades y los cuadros que habían en el lugar que me quedé admirándolos y con el tiempo descubrí que aquel señor serio era un artista plástico, un gran artista y, por supuesto, nació una amistad que ha perdurado durante todos estos años.

Luis Alberto Bocanegra Gálvez, cuyo seudónimo artístico es LABOGAL -algo parecido a nuestro recordado maestro cajabambino- es natural de Cajamarca, de Chota, nació en el fértil valle de Tacabamba entre los abrigados cerros y la hermosa catarata de Condac. No por algo también le ha compuesto un himno a su adorable terruño.

Luis Alberto y su hermano Augusto, en instrucción premilitar, 1957

Sus estudios primarios los realizó en su pueblo natal. Para continuar los secundarios tuvo que irse a Chota y desde entonces estuvo muy ligado al deporte integrando el equipo de básquetbol y fútbol de su escuela. Después de concluir sus estudios secundarios en el C.N San Juan de Chota, enrumbó a Lima para dedicarse al estudiar y cimentar su profesión que lo apasionaba: el arte.

De cuclillas y agarrando el balón, nuestro amigo se luce como un deportista en la selección de  basquetbol de su colegio en Chota

En Lima estudió en la Escuela Normal para ser docente y con el tiempo es nombrado Director de un colegio en Independencia. Sin embargo, a pesar de que había logrado ser un profesional, sus ganas de estudiar en la Escuela Nacional de Bellas Artes lo obligaron a seguir ese rumbo y, gracias al apoyo de varios amigos, fue destacado como director en una escuela nocturna, lo que le permitió disponer de tiempo para iniciar sus estudios soñados.
Apreciar sus pinturas es para muchos no entender esa recarga de óleo, ese tejido enmarañado que integra todo el cuadro. Pero es su propio estilo y como artista libre ha sido capaz de expresar ese sentimiento humanista en cada retrato donde con hábil paciencia inyecta esa furia de colores como una abierta critica al mundo que lo rodea. Y es que es arriesgado escapar del estándar académico para generar una expresión propia, llena de sentimiento e identidad.

Como alumno en la Escuela Nacional de Bellas Artes

Y claro, alguna vez tuve que preguntarle por ese estilo que él mismo califica como “enmarañado” y me respondió así: “En 1974 egresé de la Escuela Nacional de Bellas Artes y desde entonces he ido evolucionando como artista, madurando mi estilo. Recuerdo cuando mi gran amigo Víctor Humareda me visitó y vio uno de mis cuadros que venía haciendo dedicado a mi tierra Chota; él se quedó mirando mi trabajo y al ver mi manera libre de pintar me sugirió que busque la unidad entre el fondo y lo que venía pensando, lo cual era osado, pero que después de varios intentos logré plasmar. No soy un artista que sigue la línea, pues de ser así dejaría de serlo. Mis cuadros son un mensaje a la identidad de nuestro país, expresan un amor al terruño. Mi pintura es emocional, yo no me quedo callado ante la injusticia, esa recarga de óleo es ese vómito de sentimiento”.

Boceto para su retrato que le hiciera su amigo y maestro Víctor Humareda

Y es que ese carácter de artista comprometido y preocupado por descentralizar el arte a los conos de la ciudad hizo que se anime a ofrecer un pequeño ambiente de su casa para instalar una galería de arte, la cual tuvo que cerrar por notificación municipal. Pese a ello, nuestro amigo sigue pintando en su pequeño estudio que está rodeado de chifas, chicharronerías y el bullicio sabatino.

Retrato de su madre y donde va perfilando su estilo

Recuerdo con mucho agrado cuando el año 2001 el Instituto Ruricancho realizó su décima exposición personal en la gran sala de la Casa de Cultura de la municipalidad de Lince, en el que se expusieron cerca de 60 cuadros y que contó con la presencia del alcalde de ese entonces, el señor Waldo Ríos. Fue una noche maravillosa y donde nuestro amigo fue tratado con mucho afecto. 

La tauromaquia es un tema recurrente es su trabajo

Han pasado quince años de esa experiencia y nuestro pintor ya va por casi una veintena de exposiciones personales y más de trescientas colectivas. Su sueño es exponer en su distrito y que sus vecinos aprecien su trabajo acumulado durante todos estos años. ¡Ojala que así sea! Nuestro amigo pintor, con esa alegría que lo caracteriza, sigue enmarañado sus sueños por ver un distrito donde la paz y el desarrollo sean los colores que reinen en la sonrisa de los niños, de esos niños que él enseñaba a pintar y apreciar el arte.

Como artista expresa su incomodidad por la situación del país.



jueves, 25 de febrero de 2016

CERRO SAN JERÓNIMO, LA ALDEA Y EL SANTUARIO: El Apu de la ciudad de Lima.

Por: Lic. Julio Abanto Ll.

En el año 1996 llegó a nuestras manos un plano colonial de fines del siglo XVIII,  cuyo origen es un juicio por el uso de tierras y aguas del canal de riego en pampa Canto Grande, hoy distrito de San Juan de Lurigancho. Este mismo plano ha sido publicado por la Dra. Victoria Espinosa, en su libro “Cartografía Limeña” (1999: lámina 19). En ese dibujo se aprecia una cruz sobre uno de los cerros, denominado ya desde entonces como San Jerónimo, Santo considerado como uno de los padres de la Iglesia y que consagró parte de su vida a la traducción de los sagrados escritos del hebreo y arameo a una versión que ha sido usada por quince siglos; versión conocida como la vulgata. San Jerónimo es considerado el patrono de quienes dedican su vida a hacer entender las sagradas escrituras, su fiesta se celebra el 30 de septiembre, fecha de su muerte, el año 420.

Plano colonial donde figura el nombre de cerro San Jerónimo (Espinosa, 1999:Lamina 19)
 
Grabado de San Jerónimo (https://es.wikipedia.org/wiki/San_Jer%C3%B3nimo_en_su_gabinete_(Durero) )



Para nosotros, la cruz en la cumbre del cerro San Jerónimo expresa una práctica usual durante la colonia: la extirpación de idolatrías, acto por el cual se juzga y elimina cualquier manifestación “pagana” que va en contra de la lineamientos religiosos cristianos y, en algunos casos, la cruz remplaza a los viejos santuarios o adoratorios prehispánicos.

¿Qué motivó el bautizar la cumbre de este cerro con el nombre de uno de los personajes más resaltantes de la fe católica? Esta interrogante nos condujo a iniciar una serie de reconocimientos de la cumbre, y lo que hallamos corroboró nuestras hipótesis: las pequeñas estribaciones que anteceden la cima están protegidas por los restos de antiguas murallas.

La cumbre de cerro San Jerónimo sirve de límite natural a los distritos de San Juan de Lurigancho, El Rímac e Independencia. Con una altura de 756.30 m.s.n.m, duplica en elevación al tan conocido San Cristóbal y forma parte de la cadena montañosa que define a la quebrada Canto Grande. Las exploraciones realizadas desde 1998, nos permitieron detectar, en su cumbre, una seria de estructuras de planta rectilínea, además de cistas o estructuras funerarias ya saqueadas que albergaron en su interior el cuerpo de sus antiguos habitantes. Pero, ¿quiénes vivieron en la cumbre de un cerro tan elevado?

Estructura funeraria en el lado noreste de la cumbre central (Foto ICR, 2001)


Al pie del San Jerónimo, se encuentran asentamientos arqueológicos como son La Florida (El Rímac) y Pampa de Cueva (Independencia), ambos del periodo que los arqueólogos conocemos como Inicial y hacia el lado de San Juan de Lurigancho se encuentra el asentamiento Ychma-Inca de Canto Chico (Ravines, 1985). Según las evidencias registradas, y en base a los estilos alfareros hallados, se determinó que cerro San Jerónimo presenta una prolongada ocupación desde el Intermedio Temprano, con  presencia de material tardío y evidencias del periodo colonial y republicano.


El Dr. Ravines, durante las excavaciones en el proyecto de rescate en Canto Chico (1996-2000), encontró en estratos aluviales material perteneciente a la cultura Lima, el que según refiere, proviene de acarreo desde las partes altas de los cerros (Ravines: 2004, 97). Sabemos que esta cumbre es considerada como una “huaca” y ya en tiempos posteriores fue el destino de peregrinos que adoraban al referido Santo. Debemos mencionar que sobre este asentamiento no existe referencia bibliográfica.


Descripción del Sitio

En la cumbre, hacia la parte central fácilmente se pueden distinguir una serie de terrazas sobre las cuales existen tumbas huaqueadas. Al lado este de la cumbre se encuentra toda una explanada en la que se disponen diversas estructuras de planta rectilínea; la piedra ha sido seleccionada, notándose que algunas de las unidades tienen forma rectangular. Sobre la superficie se pueden observar fragmentos de cerámica correspondiente a varios periodos (prehispánico e histórico).

Moneda de 1876 hallada en la cumbre del cerro

Asimismo, existen distintas murallas y terrazas que se disponen en la periferia de la cumbre y en niveles más bajos por donde se accede al sitio; este sistema de estructuras que circunda la cumbre hace suponer que existía un acceso restringido, sin embargo, un grupo de peldaños conformados por rocas que suben desde Amancaes y dan a un costado de la cima, lo indica como el acceso principal al lugar central.

Muro sur, bordea parcialmente la cumbre que antecede la parte central del sitio (Foto Julio Abanto, 2016)


Conjunto de estructuras de la cima 1, explanada que da a San Juan de Lurigancho  (Foto: ICR,2001)

Un segundo sector lo constituye la denominada Cumbre 2 que presenta en su cima un espacio conformado por recintos rectangulares bastante juntos que exponen muros rectos. Existen estructuras conformadas por piedras grandes, algunas de mayor tamaño se encuentran hincadas conformado paredes de una y doble cara. También se observa recintos alineados en secuencia. Algunos muros conservan una altura de 50 cm., estos han  sido elaborados con piedras rectangulares, previamente seleccionadas y posiblemente modernas (pastores). En este sector algunos huaqueos exponen batanes, cistas circulares y cerámica. Sobre los recintos arqueológicos es posible que sólo los cimientos merecieran este trabajo para luego terminar las estructuras con un  material más ligero, tomando en cuenta que antes existían en el entorno troncos y arbustos que pudieron ser usados. Es preciso recordar que cerro San Jerónimo se encuentra en pleno ecosistema de lomas, las cuales abarcaban las pampas de Amancaes, es por ello que durante los meses de invierno la cumbre se cubre de una serie de arbustos; en algunos lugares se nota la presencia de excremento de ganado vacuno, caprino y vizcacha, señal de la abundante vida que debió existir en este lugar en diferentes periodos de tiempo.

El panorama actual es bastante lamentable, grupos evangélicos han desmontado los muros y alterado lo que existía, haciendo difícil la observación del lugar

Grupo de estructuras de la cumbre 2, cuando se encontraban en mejor estado al actual (foto ICR 2001)


Pastores y Culto

Sobre las manifestaciones religiosas coloniales y republicanas que giran en torno al San Jerónimo recogimos algunas referencias en el libro: “Rímac, barrio limeño de abajo del puente”:

...la Capilla de San jerónimo, de que también existe una tradición, según la cual, siendo costumbre ordeñar las vacas en la noche, en cierta oportunidad una de las mujeres encargadas con las cuatro vacas de su propiedad que pastaban en la loma, después de cumplir su cometido, se quedó allí dormida una noche de luna, y que, al regresar a su casa a las 7 de la mañana, fue reprendida por su marido amenazándola si no llegaba a vender toda la leche. Apresurada – se dice – salió para efectuar su venta, encontrándose en el camino con un caballero a quien le vendió la leche y, al contarle sus apuros, él le expresó que no temiera, pues antes de llegar adonde sus parroquianos habría agotado sus porongos; y habiendo sucedido así y encontrándose con los bolsillos llenos del producto de la venta. Es él San Jerónimo a quien se le edificó la capilla de santa devoción, el caballero que concedió la gracia; y su culto está a cargo de la Comunidad de lomeros de Amancaes, Mangomarca y anexos (Mariategui O, 1956:118).

En otra referencia se dice que en la misma cima se encuentra una gruta labrada por picapedreros devotos, donde se venera a La Dolorosa. En la actualidad es casi imperceptible encontrar rastros de este culto; solo quedan como reflejo de estas celebraciones fragmentos de botellas, loza y pedazos de botijas.

Antigua huanca de San Jerónimo, hoy luce reducida y pintada (Foto ICR, 2008)

En la cumbre, hacia la parte central se ubica una enorme roca, la cual intencionalmente ha sido partida. Se nota que las fracturas son bastante antiguas, probablemente se trató de una roca esculpida o de especial atención para los peregrinos prehispánicos, fácil podemos pensar que fue el elemento principal de culto que hoy pasa inadvertido y sobre el cual hoy los evangélicos realizan pintas cristianas.

Gruta natural para el lado de quebrada San Hilarión, muestra un cruz, sobre pedestal y gallito incluido, data de 1971, evidencia del culto al cerro por parte de los primeros migrantes de esta parte de San Juan de Lurigancho (Foto: ICR, 2006)

Situación actual

Volver al San Jerónimo causa una enorme pena, es que no es el tiempo, ni el clima el que altera su contenido histórico y natural; es el hombre que con su afán grotesco de lucro y de informalidad ha empezado a poblarla de antenas para emisión de radios piratas. Los religiosos que visitan la zona, mueven las rocas, las pintan, perforan el lugar, alteran todo.

A pesar de existir dos motivos que evitan estos enormes impactos como son su declaratoria como ecosistema frágil (Resolución Ministerial 0404-2013-MINAGRI) y su reconocimiento como sitio arqueológico, es inevitable quitar los derechos de usos que la modernidad condiciona para la instalación de torres de alta tensión. Se dice que los trabajadores dinamitan las rocas de la cumbre, altera las pocas estructuras funerarias que eran visibles hasta hace algunos años y el tránsito fluido de recuas de burritos que son obligados a ayudar en la obra convierten el suelo fértil en un montón de polvo que este invierno no verdeará.

Quizás algo tenga que ver la austera vegetación que durante la estación húmeda le roba gotas de agua a la neblina, quizás hasta la naturaleza ya se cansó de llorar milagrosamente para transformar su montaña sagrada. Ya casi nada queda de aquel imponente paisaje que servía de marco a fiestas inolvidables para el taita San Juan en las pampas Amancaes, hoy inundadas por rústicas casas y perros sedientos. Pareciera que el cernícalo y el aguilucho, amos del cielo, reclamaran con su majestuoso vuelo por aquellos olvidados tiempos.


Linderos establecidos para la protección del lugar, el de arriba como ecosistema frágil y el de abajo, por el Ministerio de Cultura, ambos aseguran mas de 300 ha.





Referencias Bibliográficas:

Espinosa D, Victoria.
1999                            Cartografía de Lima (1654 – 1893). Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima

Mariategui O, Ricardo.
1956                            El Rímac: Barrio Limeño de Abajo el Puente. Rotary Club del Rímac. Lima.

Parroquia Inmaculada Concepción Monte Grande
S/f                               Padres de la Iglesia: San Jerónimo de Estridon. Fascículo 27: 1-6, en: http://www.inmaculadamg.org.ar/images/stories/formacion/padres_de_la_iglesia/27_-_Fasciculo_XXVII_-_San_Jeronimo_de_Estridon.pdf

Ravines, Rogger
1985                           Inventario de Monumentos Arqueológicos del Perú: Lima Metropolitana. INC y Municipalidad de Lima Metropolitana, Lima.
2004                           “Canto Chico, asentamiento prehispánico del valle del Rímac”. Boletín de Lima 22. Asociación Cultural y Científica Boletín de Lima; pp. 93-190.

Taylor, Gerald

1987                           Ritos y Tradiciones de Huarochirí del siglo XVII. Instituto de Estudios Peruanos-Instituto Francés de Estudios Andinos, Lima.

sábado, 13 de febrero de 2016

¿Y DESPUÉS DEL DESALOJO QUÉ? Una mirada distinta a los cerros de nuestro distrito

Lic. Julio Abanto Ll.



Hace un año conversaba con Anna Zucchetti, entonces presidenta del directorio del Servicio de Parques de Lima, sobre la posibilidad de generar áreas verdes en espacios donde la ciudad menos se lo imagina, como el cerro de Proyectos Especiales, por ejemplo. Y es que, en un distrito como San Juan de Lurigancho, la posibilidad de encontrar la disposición de grandes áreas para hacer  uso de suelo parece imposible. Sin embargo, existe entre Canto Grande y Bayóvar varios cerritos que son una especie de miradores naturales y que, además de las antenas para celulares, sus olvidados suelos se han convertido en un apetitoso espacio para el tráfico de tierras y el avance urbano informal.

Desalojo de las ocupaciones ilegales en cerro Proyectos Especiales (Foto: A. Guzmán)


Esto es lo que sucedió con el cerrito de Proyectos Especiales, promontorio que en el pasado formó parte del sistema de geoglifos que ya desaparecieron; tiene un componente histórico cultural desconocido, pero valioso. Y, además, forma parte del paisaje y por tanto su potencial como espacio público se incrementa al ser fácil su acceso y disponer de una pendiente que permite circular por su entorno.



El cerrito Proyectos Especiales formaba parte de la arqueología de la pampa de Canto Grande (Imagen oblicua del SAN, 1944 y croquis de los Geoglifos de Pampa Canto Grande, según Rosello, 1978)


La arquitectura urbana y paisajística fácilmente pueden plantear un mejor uso de este espacio eriazo bajo el propósito de generar un bien común entre los vecinos del entorno; lo mejor es invertir en su recuperación como un espacio de recreación, de descanso y donde ambientes acondicionados puedan sostener una infraestructura orientada a un bien social (biblioteca, salón de terapia para adultos, anfiteatro, ludotecas, auditorios, etc). Ejemplos de intervenciones de paisajes en países vecinos existen por montones, tal es el caso de cerro Blanco o del recuperado cerro San Cristóbal en Chile, así como el cerrito el Molinete de Cartagena en Colombia y la de parque de cerro El Alcázar en España: “El proyecto valora el cerro como espacio vacío de alta calidad visual, donde la ciudad responde al paisaje circundante. Este carácter de vacío junto a la leve topografía, le proporcionan al lugar una gran capacidad de generación de situaciones alternativas. Las tensiones del lugar se convierten en líneas generadoras de la propuesta” (extraído de: http://www.bblab.es/MAIN/proyectos/proyecto_05/proyecto_05-es.html)


Cerro Blanco en Santiago de Chile
(extraído de: http://born2invest.com/cdn/wp-content/uploads/2015/04/222.jpg)


Propuesta de mejoramiento del sitio histórico cerro Molinete en Cartagena
(Extraído de: http://www.masingenio.com/espacio_clientes/cartagenero/wp-content/uploads/2010/01/M2.jpg)


El detalle para estos cambios es estar al cien por ciento convencidos que darle una mirada distinta a estas posibilidades se acompañan de políticas públicas no asistencialistas; por el contrario, se trata de sostener una gestión convencida de que los espacios saludables y culturalmente operantes son la solución a un enorme bolsón de problemas sociales. El efecto es a largo plazo una estabilidad social y de revaloración económica del entorno. Pregunto: ¿qué mejor beneficio que el crecer en un espacio seguro, sano y donde tu propiedad incremente su valor?

Definitivamente necesitamos técnicos y una gestión osada, con capacidad de darle otra mirada a nuestro entorno. Solo así verán que el futuro está en asumir retos desde el lado más difícil, que es hacer las cosas bien, pensando y planificando para el futuro que es a donde uno debe apuntar.