sábado, 10 de mayo de 2025

LAS CRUCES HISTORICAS EN SAN JUAN DE LURIGANCHO

 Lic. Julio Abanto Llaque

 

De niño contemplaba desde la azotea de mi casa esas lejanas cruces situadas en la cumbre de los cerros que rodean mi barrio. Me parecían casi inalcanzables, pero de alguna forma llegué hasta ellas, y entonces, mi mundo cambió.

Procesión de la cruz del Pueblito de Lurigancho (Archivo ICR)

Eran cruces hermosas, más elaboradas y misteriosas que aquellas suspendidas en las parroquias o en las paredes de las casas. Pintadas de verde, adornadas con mantos bordados, llenas de detalles y con un rostro de Cristo enmarcado, me resultaban fascinantes. Sus símbolos desataban mi imaginación. Intentaba descifrarlos como quien encuentra un antiguo jeroglífico: ¿qué historia cuentan?, ¿qué significado tienen el sol, la luna, el gallo, la calavera, los dados?, ¿quién colocó esta cruz aquí?, ¿por qué tan alto?

Cruz de La Providencia (Foto: JALL: 1999)

Cruz situado en la cumbre de cerro Observatorio (JALL, 1997)

Otra impresión inolvidable fue la vista: un mundo nuevo que antes solo conocía desde el suelo. La primera cruz que visité me permitió contemplar toda la zona de Las Flores, y desde allí, observar otra cadena de cerros que deseaba explorar. Desde otra cruz, conocí La Providencia, 15 de Enero y Canto Chico. Pero fue en la cima del cerro Observatorio, donde encontré una cruz más sencilla, casi olvidada, que tuve la revelación más profunda: desde allí vi el mar y la imponente isla San Lorenzo. Entonces, conocí el océano.

Conforme fui creciendo, recorrí otros cerros y fui comprendiendo el simbolismo de estas cruces, sobre todo en una costa que comenzaba un proceso de andinización. Al salir del colegio, aprendí a elaborar hermosas cruces con el maestro Abilio Soto Yupanqui, en su sorprendente taller en el barrio San Pedro, cerca del penal del mismo nombre. En 2013, antes de dejar la administración del parque zonal Huiracocha, construí con mis trabajadores una cruz que espero aún esté allí, formando parte del recorrido nocturno que ideamos.

La cruz del parque Huiracocha (Diario Correo, 2014)

Sin duda, la cruz más hermosa de nuestro distrito fue elaborada por el hijo del gran retablista ayacuchano Florentino Jiménez Toma, quien se asentó en nuestro distrito invitado por Gertrudis Braunsberger, incansable promotora del arte popular andino. Esta cruz, una pieza exquisita, formaba parte de la colección del centro cultural del parque.

Sala de Exposición Florentino Jiménez, Crea Lima  (SERPAR, 2012)

Hace unas semanas, me propusieron diseñar una ruta turística para conocer las cruces emblemáticas de nuestro distrito. Entonces, mi mente empezó a recorrer no solo la historia, sino también la memoria colectiva. La cruz ha sobrevivido a múltiples procesos y se ha convertido en el símbolo más unificador que conozco. En esta parte de la historia, la cruz que llegó con los conquistadores ha sido adoptada y resignificada por el hombre andino, que ha sabido disfrazar sus dioses tutelares y la milenaria chakana en este símbolo. Hoy la cruz es también herramienta de conquista y reclamo de nuevos espacios.

Quiero citar a José González, autor del libro El Huanca y la Cruz (1989:77):

“...Los advenedizos saben que los antiguos no pueden rechazar su cruz porque también para ellos es símbolo familiar y venerado. Entonces lo que la procesión propone es la explicación de un argumento irrebatible: Cruz y pueblo forman una misma cosa; si se acepta la cruz, se acepta al pueblo…”

Cada comunidad en nuestro distrito venera una cruz o un santo. Son elementos de integración barrial y expresión de fe. Las he visto en parques, calles, cerritos, grutas, hechas de fierro, madera o pintadas sobre rocas. Cada una guarda esperanzas e historias donde la fe, la justicia y el anhelo de un porvenir mejor se entrelazan.

Un grupo de colegas al costado de la cruz de cerro Gallo, en Campoy (1994)

Mayo es el mes de la cruz, aquí y en muchos países de América Latina y del viejo continente. Sus celebraciones tienen raíces prehispánicas, sin lugar a dudas. Con el cristianismo, las costumbres ancestrales encontraron en la cruz un símbolo perfecto: los antiguos ya la veían en el cielo. El sincretismo permitió la fusión de ambas creencias, y el resultado fue una devoción absoluta, basada en la reciprocidad entre el ser humano y la creación. 

Una sutil chakana, en un textil ruricancho (JALL,2015)

La Ruta de las Cruces

• Cruz de San Cristóbal

Situada en la cima del cerro del mismo nombre, es la imagen más reconocida de las noches limeñas. Según narra Andrés Herrera (2000), tras el asedio indígena liderado por Quiso Yupanqui, Pizarro subió al cerro y mandó colocar una nueva cruz de madera y una capilla. La actual cruz, de concreto y con potentes focos, fue construida por el presidente Augusto B. Leguía.

Diseño de Oscar Zagazeta, la moderna cruz del cerro San Cristóbal

• Las Cruces Gemelas de Lurigancho

El pueblito de Lurigancho, fundado como reducción indígena en 1570, posee una capilla con una cruz de madera en su frontis. Muy cerca, por un antiguo camino, se encuentra un segundo madero. Ambas cruces participan en las celebraciones de mayo y en las festividades de San Juan Bautista.

Cruces del pueblito de Lurigancho (JALL, 1998)

• Cruz de San Pablo de Mangomarca

Originalmente ubicada sobre una roca en un cementerio de lomeros en Jicamarca, fue rescatada por extrabajadores de la hacienda Zárate cuando la urbanización creció. Hoy se encuentra junto a la huaca Mangomarca, en el asentamiento humano San Pablo y sigue siendo venerada por los vecinos.

Hermosa cruz, originalmente situada en el viejo cementerio de lomeros en Mangomarca (JALL,2010)

• Cruz Mayor de El Sauce

El cementerio de El Sauce tiene orígenes preincaicos. Según Poloni (1987), fue creado por los pastores de Jicamarca. La cruz, inicialmente en un promontorio al pie del cerro Lurigancho, fue trasladada a los pabellones del cementerio y actualmente se encuentra en el velatorio, recibiendo oraciones y ofrendas.

Venerada cruz de El Sauce, en su ubicación original (JALL,1996)

La cruz de El Sauce en su nuevo espacio (JALL,2018)

• Cruz de la Hacienda Flores

La antigua hacienda Flores, una de las más importantes del valle, poseía una capilla y una cruz colocada en un cerro cercano. Al ser vendida la propiedad, la campana fue donada a la parroquia San Marcos y la cruz fue llevada cerca del parque Las Totoritas, donde aún es cuidada y venerada.

Celebración a la cruz en la hacienda Flores, 1970 (Archivo ICR) 

Cruz de la hacienda Flores, en las Tototitas (JALL,2019)

• Cruz “No Matarás”

Instalada en los años 80, a la altura del paradero 20 de la Av. Próceres, recuerda un trágico episodio: la fuga de reclusos del penal San Pedro, quienes tomaron rehenes. La intervención policial terminó con la vida de varias personas, entre ellas la hermana Juanita Sawyer. La cruz se convirtió en símbolo de paz y memoria, y fue reubicada en un parque cercano, junto a un monolito que honra a las víctimas del conflicto interno.

 
Pintura del artista Reynado Ari Apaza, posiblemente de inicios de 1990.

Captura del documental "Caminos de Liberación"

Ubicación actual de la cruz en el parque No Mataras (JALL 2008)

Ubicación de las cruces presentes en esta nota. (Google maps,2025)


Referencias:

·         Gonzales, José Luis (1989) El Huanca y La Cruz, creatividad y autonomía en la religión popular. Idea, tarea, Lima.

·         Herrera, Andrés (2000) El Cerro San Cristóbal, silencioso testigo de nuestra historia. Editora Novecientos Seis. Lima

·         Poloni, Jacques (1987) San Juan de Lurigancho: su historia y su gente: un distrito popular de Lima. Centro de Estudios y publicaciones. Lima.

Videos relacionados:

Las antiguas cruces de San Juan de Lurigancho https://www.youtube.com/watch?v=37tJyIEOELo

Caminos de Liberación: https://www.youtube.com/watch?v=TPQGFSBGYQo&t=29s